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RECORDADO EN EL TIEMPO

UN LAUREL… UN EPÓNIMO

No, no pasa el tiempo cuando eres recordado, no es una estatua la que te inmortaliza, son tus acciones las que plasman tu nombre con letras de oro en las páginas de la historia, como José Eduardo de Cárdenas y Romero, presbítero, político, juez y fundador de lo que hoy es la tres veces heroica.

¿Queremos ser recordados?, me pregunto mientras observo el monumento erigido a José Eduardo de Cárdenas, definitivamente, a la mayoría de las personas nos gustaría que nuestro nombre fuera mencionado por muchos; pero, ¿cómo queremos ser recordados?, la incógnita está ahí, incrustada como un flecha en mi mente.

El calor, el aire poco fresco, unas calandrias que cantan entre los ficus que rodean la pequeña plaza en la que se encuentra ubicada la estatua de Eduardo de Cárdenas, iguanas que se meten entre un agujero debajo del monumento con un poco de pasto alrededor, el sonido de los carros que pasan sobre la carretera Circuito del Golfo en dirección Cárdenas – Agua Dulce, son parte del entorno que rodea a la escultura, que está ahí, justo en una de las entradas principales a la ciudad, cuidando seguramente, su legado, siendo vista por muchos, pero reconocida por pocos.

Lo recuerdo muy bien cuando mi abuelito me lo contó, en 1985 el entonces presidente municipal de Cárdenas, Eugenio Amat de la Fuente, mandó a colocar, en uno de los accesos principales a la ciudad, una efigie de poco más de diez metros, labrada en roca volcánica, en honor al General Lázaro Cárdenas del Río, de acuerdo con una nota informativa del diario La Jornada, con fecha del 25 de Marzo de 2010, Eugenio Amat fue militante del Movimiento de Liberación Nacional, fundado por el general Cárdenas en 1961.

Esta acción marcó un parteaguas en el conocimiento histórico de los cardenenses con respecto a la fundación del municipio, así fue como el presbítero José Eduardo de Cárdenas y Romero empezó a ser desplazado de las mentes de los pobladores, de la historia donde con su trabajo logró ganarse un lugar intangible y que en aquellos tiempos, se intentó, no sé si conscientemente, arrebatar.

Son pocos los años en los que se ha venido hablando más, a nivel local, de la relevancia de la vida de Cárdenas y Romero, no solo para el municipio que lleva como nombre su primer apellido, sino para el Estado de Tabasco en general, es importante hacer mención que es el único tabasqueño que cuenta con estatua de cuerpo completo en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, a unos cuantos pasos de la Glorieta de Cuauhtémoc, en dirección a Chapultepec.

La Ciudad de Cárdenas, Tabasco, es tres veces heroica, conocida como “La Esparta”, porque es allí donde sean suscitado los levantamientos armados en los que ha sido participe Tabasco, de acuerdo con don Mario Salaya Sosa, historiador del municipio, “el Coronel Andrés Sánchez Magallanes, cuando Cárdenas aún era una villa, defendió al estado de los invasores franceses. Así se obtuvo, en 1868, por decreto del Congreso Local, el título de Heroica Villa de Cárdenas, y al coronel, se le nombro “Benemérito de Tabasco”, destacó.

Posteriormente el General Ignacio Gutiérrez Gómez tomo las armas en contra de Porfirio Díaz Mori, igual fue el caso de los hermanos Aurelio y Ramón Sosa Torres exigiendo la renuncia del usurpador Victoriano Huerta. Por estos acontecimientos Cárdenas es tres veces heroica.

El Portal Oficial del Ayuntamiento de Cárdenas indica que el 16 de septiembre de 1910 por decreto Nº 21 del 27 de mayo de 1910, la XXIV Legislatura del Estado, elevó a la categoría de ciudad a la villa de H. Cárdenas. El 5 de abril de 1919, se convirtió en uno de los 17 municipios libres que componen la entidad, y el 4 de mayo de 1949, Cárdenas es ratificado municipio de Tabasco.

Son tres estrellas las que representan la valentía, el coraje, la voluntad, el patriotismo, la fuerza, la entrega y la convicción que caracterizan a los cardenenses; sin embargo, es el doctor José Eduardo de Cárdenas y Romero que simboliza la base sobre la que descansan las tres batallas, motivo de orgullo para la región.

Su Vida y Legado

En el decreto 182 de la LX Legislatura del Congreso de Tabasco, del día 12 de diciembre de 2011, plasma parte de la biografía del ilustre tabasqueño.

José Eduardo de Cárdenas y Romero nació en el municipio de Cunduacán (también conocido como “La Atenas”, ya que históricamente es cuna de los hombres más letrados de la entidad) un 13 de Octubre de 1765, en la época de la Nueva España, cuando Tabasco era una provincia rezagada (algo parecido a la actualidad).

Sus primeros estudios los realizó en casa de sus tíos y padres adoptivos, el gobernador Juan de Amestoy y su esposa Francisca Cárdenas. Continuó su preparación en el seminario Tridentino de Mérida, Yucatán. En 1787, tras una breve estancia en Tabasco, se trasladó a la capital de Nueva España, donde ingresó en la Real y Pontificia Universidad.

En ese mismo año obtuvo el grado de bachiller y se desempeñó como catedrático de lógica y metafísica en el Colegio de San Juan de Letrán, fue vicerrector de la institución.

En junio de 1794, se ordenó presbítero y en 1797, retornó a Tabasco con el cargo de teniente vicario in-capite, juez eclesiástico, coadjutor y vicario foráneo de Cunduacán. Viajó a la Nueva Guatemala, donde obtuvo el título de licenciado y doctor en sagrada teología, en 1805.

En 1806, fue nombrado cura de Cunduacán, vicario in capite y juez eclesiástico de la provincia.

En 1810 el Ayuntamiento de Villahermosa lo nombró diputado por Tabasco ante las Cortes de Cádiz, convirtiéndose en el primer legislador tabasqueño, un año después, el 24 de Julio de 1811, para ser más preciso, el doctor José Eduardo de Cárdenas y Romero firmó y envió a la corte su “memoria” en la que expuso la situación de abandono en la que se encontraba la provincia y protestó contra las autoridades virreinales.

El 1 de agosto de ese mismo año, el doctor Cárdenas, junto con 32 diputados americanos, firmaron un documento que reveló deseos de independencia.

Pero, el intelecto y las ganas de hacer algo por su tierra eran mucho más grandes que las adversidades que se podían enfrentar, también en sus memorias, propuso el establecimiento de la enseñanza pública y gratuita para todas las clases sociales, sin excluir a los indios, así como la organización de sociedades agrícolas y arreglos para la hacienda local. Antes de Benito Pablo Juárez García, Eduardo de Cárdenas ya había buscado una apertura de la educación.

Pugnó por la libertad de comercio, la creación de ayuntamientos mediante elecciones populares y la división del gobierno en tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

José Eduardo de Cárdenas y Romero fue una voz que hizo eco en las Cortes de Cádiz, sus ideas están hoy presentes en la vida de México y de su natal Tabasco, un hombre muy avanzado para su época, sus ideales y principios fueron un estandarte de cambio, por el bien de todos. Así fue el presbítero, generoso y preocupado por su tierra, esa tierra fértil y noble, tan noble como el corazón de personas que día a día hacen lo que está en sus manos para que podamos aspirar a nuevos horizontes.

Manuel Colorado León, presidente de la Fundación José Eduardo de Cárdenas y Romero A.C., aseguró que “el doctor ocupa un lugar muy importante en la historia; sin embargo, autoridades y sociedad debemos interesarnos más en la vida de él, es fundamental que en las escuelas se les hable a los niños de José Eduardo de Cárdenas, no podemos permitir que se quede rezagado”

Rodolfo Campos Montejo, ex titular del Poder Judicial de Tabasco, en su blog exhortó a la población a “enaltecer su legado y alentar a las nuevas generaciones a encontrar sentido y objetivo a su vida en la herencia de tabasqueños distinguidos como el gran José Eduardo de Cárdenas y Romero”.

El 28 de Febrero de 2012, la Fundación José Eduardo de Cárdenas y Romero consiguió que se inscribiera el nombre del presbítero con letras de oro en la sala de sesión del Congreso Local, paradójicamente, el primer legislador tabasqueño no tenía un reconocimiento de esta magnitud en el poder legislativo de la entidad.

Un Regalo Vigente en la Actualidad

José Eduardo de Cárdenas y Romero, no solo fue el principal promotor ante el alcalde mayor de Tabasco, Miguel de Castro y Araoz, para que se fundara el Pueblo de San Antonio de los Naranjos, sino que además, regaló las tierras de su rancho los naranjos para que comenzara a escribirse la historia de lo que hoy es la Heroica Cárdenas, segundo municipio más grande de la entidad.

El historiador Mario Salaya Sosa, indicó que “no existe un registro oficial que compruebe la regalía de los terrenos para poblar la zona”; sin embargo, “en la historia está manifestado el obsequio que entregó al pueblo”.

Lo que sí está comprobado es que el 2 de enero de 1851 el Congreso del Estado declaró Villa al pueblo de San Antonio de Cárdenas, agregando el apellido en memoria del doctor Cárdenas y Romero.

Fue José Eduardo de Cárdenas y Romero, aquel luchador incansable que buscó la autonomía y atención a una tierra olvidada por las autoridades coloniales, el hombre de las ideas nuevas, el tabasqueño ilustre y preocupado por la comunidad de escasos recursos, el que dio absolutamente todo lo que tenía, una estrella que brilla con intensidad en lo más alto de la historia, tan grande como lo que simboliza un laurel, epónimo de lo que fuimos, de lo que somos, y seguramente, de lo que seremos.

 
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Leoncio Pérez Mayo   leoncio70@hotmail.com     9371100464

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